QUIÉNES SOMOS
Esta obra pertenece a la
Asociación de Damas Católicas de San José, una asociación sin fines de lucro.
Las religiosas de la comunidad de ‘Hermanas de San José’, son las encargadas de
llevar adelante esta misión solidaria y evangélica. Para ello conformamos un
equipo de trabajo multidisciplinar, y contamos con la ayuda de varias personas,
que contribuyen con un generoso y rico voluntariado. Desde 1943 el Amparo
Maternal, tiene la bella y difícil vocación, de acoger a mamás con sus
hijos en estado de vulnerabilidad.
QUÉ HACEMOS Cobijo y
protección al servicio de la vida
Nos proponemos ofrecer un
espacio de transición para la recuperación y reinserción laboral y social de
las mujeres, con el objetivo de promover la salud, la autonomía personal, el
empoderamiento y la independencia económica a fin de mejorar la calidad de vida
tanto para ellas como para sus hijas e hijos. Queremos favorecer el desarrollo
integral de la persona, sanar y mejorar el vínculo madre- hijo, favoreciendo,
si fuera posible las re- vinculaciones con su familia de origen. En el Amparo se proporciona
contención humana y espiritual a las mamás, mujeres entre 18 y 60 años con
hijos menores de ambos sexos, que se encuentran en situación de vulnerabilidad
social, sin recursos, sin hogar, ni posibilidades socioeconómicas para su
autoabastecimiento. La compleja situación personal
requiere afrontar la problemática en forma integral, procurando un cuidado
adecuado a cada persona. Se analiza cada situación y se intenta dar la mejor respuesta
posible a cada necesidad. Además de ofrecer vivienda, ropa y alimentos, también
velamos para que se les brinde asistencia médica, odontológica, psicológica y/o
psiquiátrica.
EL SENTIDO DE NUESTRA MISIÓN
El Amparo Maternal, las Hermanas
de San José, y todo el personal que en él trabaja siendo conscientes, que la
existencia es un hermoso don y que Dios se comprometió con ella en Jesús,
queremos expresar nuestra gratitud, haciéndonos cargo de la vida, sobre todo en
sus frágiles y difíciles comienzos. Teniendo presentes las palabras
dichas a San José: ‘levántate, toma al niño y a su madre’ (Mt 2,13), es esencial a
nuestra misión el ‘querer hacernos cargo
de la vida, sobre todo en sus comienzos, ayudando a que se dé un crecimiento
integral, y que nuestros hermanos los hombres, puedan conocer el Amor de Dios a
través de nuestro pobre amor’ (Carisma). Si queremos hacer esto, y nos
vemos movidos a actuar, es porque sabemos que la dignidad del hombre es tal,
que Dios mismo se detuvo y abajó en Jesús para hacerse cargo de su pobreza. El
mismo, junto a María y José, supo lo que significa no encontrar lugar para
nacer, solo encontrando un humilde pesebre en Belén; supo lo que significa
estar exiliado en tierra extranjera y no contar con nada (Egipto). Queriendo
compartir la suerte del más pobre, supo lo que significa estar entre el cielo y
la tierra, expulsado de este mundo por la incomprensión de los hombres, y
abandonado en apariencia por el amor del Padre. ‘Estaba de paso y me acogieron…
cuando hicieron esto por uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo
hicieron’
(Mt 25, 35)….El Padre hace fiesta cuando sus hijos están en casa (Lc. 15). La
vida comienza en el seno de una mujer y tiene su plenitud en el corazón del
Padre. Hospedar es adelantar en parte ese encuentro, es querer hacer posible
su espera… La compasión y el trabajo
social, es normalmente una tarea oculta y no siempre hay gratificaciones.
Requiere una honda vocación y un sentido profundo. Pero en última instancia es
una deuda de amor, quienes más recibimos somos más responsables que los demás.
Y si bien es cierto que la tarea es dura, también recordamos lo que nos dijo el
Buen Samaritano: ‘cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva’
(Lc. 10,29).
CÓMO VIVIMOS Y TRABAJAMOS
Entre todos queremos conformar
una comunidad familiar, donde se pueda experimentar un clima de amor evangélico
y de diálogo fraterno. La vocación de servicio, sumadas a las capacidades
técnicas y personales de cada uno, se ponen en juego a fin de poder conformar
un verdadero equipo de trabajo dejándose siempre cuestionar y enseñar por la
realidad. Este clima de hogar, como el de
Jesús, María y José en Nazaret, no solo contribuye al mejor funcionamiento de
la institución, sino que constituye un aporte fundamental para los niños, las
madres y todos los que formamos parte del Amparo Maternal. Para poder realizar nuestra
tarea de promoción humana, educativa y de evangelización, es imprescindible asumir
de corazón a las personas, en todas sus circunstancias y cruda realidad.
Solo así podremos contribuir a sanar heridas y a desplegar todo el potencial
que cada uno tiene. Sin un auténtico amor nadie puede descubrir su dignidad de
persona y de mujer; sin un amor verdadero, fiel, gratuito, desinteresado, nadie
puede intuir el sentido de la vida. Es nuestro humilde deseo que, en
nuestro pobre amor, experimenten Su gran
Amor, y puedan reinsertarse con más plenitud en el camino de la vida,
siendo éste el aporte más profundo que podemos hacer a sus vidas y la única
fuente de esperanza cierta para su futuro.
METAS GRANDES Y
PASOS HUMILDES
Nuestras metas son grandes, pero
somos conscientes que solo podemos ir dando pasos pequeños. Un pequeño logro es
un gran logro, educar y formar es una apuesta al futuro, no pudiendo muchas
veces en lo inmediato, verificar la fecundidad del trabajo realizado y del amor
brindado. La tarea es tan bella como oscura y escondida.
Sobre las Hermanas de
San José